Pour avoir si souvent dormi
Corremos el riesgo de acostumbrarnos a lo extraordinario. La repetición de los prodigios nos instala en una especie de normalidad rutinaria y parece que no valoramos cuanto tenemos hasta que lo perdemos. Pienso en regalos como sus besos, que salga agua por el grifo, que la impresora imprima, su cuerpo desnudo, que el servidor de correo reconozca nuestra contraseña, el abrazo de su perfume enredado en mi ropa, el calor del fuego, la música, el olor a café recién hecho por la mañana, la ternura de su mirada o que de mil maneras se anuncie, otra vez, la primavera.
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