Estrellas para Julia
Un día más, una semana más, un mes más. Nunca hasta ahora el paso del tiempo había tenido para ella un significado tan evidente. A veces pensaba en cómo se le amontonaban los días y los meses, en cómo pasaba el tiempo sin ningún aliciente, sin ningún sentido, sin que los días le dejaran nada para recordar. Ahora se sentía otra cada semana. En realidad era otra. No sabía si tenía que estar contenta. Era feliz, claro, pero también se sentía torpe y pesada y estaba demasiado ocupada con las nauseas, los olores, el sueño, la anemia...
Antonio la llamaba varias veces al día:
-- ¿Aún estáis las dos juntas?
Las dos juntas. Estar llena de vida, sentir cómo la vida crecía dentro de ella, cómo la vida le robaba su espacio interior, apuraba cada resquicio, cada pequeño rincón de su cuerpo... Su piel se estiraba hasta parecer transparente. Creía imposible que pudiera dar más de sí, ir un poco más allá, un poco más. Quería a aquella niña antes de que naciera. Se llamaría Julia. También hablaba con ella. Le estaba preparando un espacio en su casa y en su existencia. Hoy pintaba el techo de su habitación. Le emocionaba pensar que Julia distinguiría los brochazos y las imperfecciones, pero que valoraría el trabajo, el mimo que habían puesto sus inexpertas manos, las mismas manos que a veces escribían, acariciaban, hacían la comida, sentían frío y ahora pintaban el techo de la habitación de su hija... Cuando terminó decidió pondría en aquel techo estrellas, estrellas que le robaran la luz al día. Estrellas para Julia.
Antonio la llamaba varias veces al día:
-- ¿Aún estáis las dos juntas?
Las dos juntas. Estar llena de vida, sentir cómo la vida crecía dentro de ella, cómo la vida le robaba su espacio interior, apuraba cada resquicio, cada pequeño rincón de su cuerpo... Su piel se estiraba hasta parecer transparente. Creía imposible que pudiera dar más de sí, ir un poco más allá, un poco más. Quería a aquella niña antes de que naciera. Se llamaría Julia. También hablaba con ella. Le estaba preparando un espacio en su casa y en su existencia. Hoy pintaba el techo de su habitación. Le emocionaba pensar que Julia distinguiría los brochazos y las imperfecciones, pero que valoraría el trabajo, el mimo que habían puesto sus inexpertas manos, las mismas manos que a veces escribían, acariciaban, hacían la comida, sentían frío y ahora pintaban el techo de la habitación de su hija... Cuando terminó decidió pondría en aquel techo estrellas, estrellas que le robaran la luz al día. Estrellas para Julia.
2 comentarios
ERIKA...AKIRE -
Mari -