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el vuelo de la mariposa

El armario de la vida

He corregido algunos de los trabajos que los estudiantes han presentado en esta convocatoria de febrero. No, no es muy divertido, pero la culpa la tengo yo, que soy quien les pido que los hagan. Casi no tengo sitio para almacenarlos porque comparto despacho con dos profesores, con Clara y con Gabriel. Procuramos no coincidir -tres personas en una habitación tan pequeña sería una locura. Además tampoco tendríamos dónde sentarnos. Como sólo hay un armario, disponemos cada uno de una balda y media para los libros, los exámenes, los trabajos, los vídeos, los dvds, etc. Por eso, antes de guardar estos trabajos he tenido que triturar los anteriores. Una cuestión de espacio. Pura física. Me cuesta desprenderme de las cosas, de los objetos (incluso de los trabajos de los estudiantes)que han tenido un sitio en mi vida o en mi armario. O en el armario de la vida... qué sé yo.

Algunas veces, como hoy mismo, creo que también sería conveniente disponer de una trituradora de recuerdos o que, de vez en cuando, pudiéramos formatear nuestros corazones, cambiar de PIN, o de memoria SIM o de lo que sea. O al menos que pudiéramos vaciarlo todo en una unidad externa para desprendernos del lastre innecesario. Pero no es posible. Y los recuerdos se esconden en los rincones del armario de la vida, se ocultan entre los papeles y las urgencias de cada día. Las palabras, como si nos acecharan, se agazapan entre los miles de palabras. Y, como canta Joan Manuel Serrat, cuando menos lo esperamos "nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve".

2 comentarios

Víctor -

Gracias, Rubén, por la visita y por el consejo. Ojalá pudiera reducirlo todo a una secuencia de ceros y unos. Con los papeles podría valer, pero... ¿qué hago con todo lo demás?

Rubén -

Te recomiendo digitalizar tus procesos, lo del papel ademas de ser poco ecologico es una perdida de tiempo, datos y espacio, que te veo escasa :P