El efecto bailarina
Ella sonreía siempre. Aunque tuviera los dedos de los pies aplastados y amoratados, a pesar de los calambres y de los tirones, a pesar de los esguinces y de aquella incierta sensación de mareo, a pesar del dolor que le producían sus manos cuando la levantaban como si no pesara nada. Ella sonreía después de cada caída cuando el ridículo era aún más doloroso que el dolor.
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Antoniño -
Javier -